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Instituciones de solidaridad

 

 

Una de las más curiosas y representativas del concepto de ayuda entre vecinos y necesaria para la supervivencia ante las calamidades corrientes es la denominada “el adra”

Para un pueblo agrícola era fundamental la fuerza animal como recurso de apoyo a las labores del campo. Tal fuerza se concretaba en una yunta de animales, normalmente machos. La enfermedad prolongada de uno de ellos imposibilitaba el funcionamiento de las tareas. Por eso se establecía un turno diario de prestación de una caballería por vecino que supliese el animal enfermo y pudiese completar la yunta y desarrollar las tareas precisas el dueño afectado. Así a cada vecino distinto repercutía en un solo día la desgracia permitiendo que no recayese totalmente en una única familia y se repartiera entre todos. Institución que al extinguirse el trabajo agrícola manual y con animales dejó de perder su objeto.


Con apoyo normativo se aplicaban dos tareas a la comunidad: la limpieza de las puertas y aceras de la nieve caída y el arreglo de caminos y senderos convocados y dirigidos por el alcalde en determinados días relacionados con las necesidades de la recogida de la cosecha.

En determinadas fechas se producen comidas comunitarias, unas veces coincidiendo con lo marcado por la Cofradía, subasta de porteo de insignias, petición de hermandad para entrar con los derechos establecidos en la misma, rezos según los Estatutos, etc., y otras con las fiestas patronales. 
La solidaridad superaba el ámbito vecinal puesto que el segundo día de la fiesta mayor se celebraba LA MISA DE HERMANOS dedicada al recuerdo de los habitantes ya fallecidos y se rezaba en la cofradía, además, “por el primero que demos cuenta a Dios de los presentes” lazo de unión de vivos y difuntos con una jaculatoria difícil de superar en su expresión y contenido.

Si la solidaridad se aplicaba entre los vecinos y no permitía que se olvidase de los ya desaparecidos, también se aplicaba a los de fuera. En época de gran indigencia el Ayuntamiento compensaba monetariamente a un vecino, el pobrero para que diese la cena y alojamiento a cualquiera que lo necesitase después de pedir limosna de casa en casa.