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Marquesado de Villena

 

El antiguo reino de Castilla la Vieja estaba formado en el siglo XVIII por cuatro provincias: Burgos, Soria, Segovia y Avila. El Decreto de Javier de Burgos de 1833 creó dos nuevas provincias: Santander y Logroño, segregándolas del territorio de Burgos.
 Soria pierde gran parte del ducado de Medinaceli y el enclave de Atienza.

Dentro de cada provincia, la mayor unidad territorial eran los partidos. 
En la provincia de Soria, siempre existió el partido de San Esteban de Gormaz a lo largo del Antiguo Régimen. Siempre perteneció a él, Aldea de San Esteban.
Dentro de las provincias existían ciudades, villas, lugares, aldeas y despoblados.
Aldea siempre fue lugar, ya que Soria tenía 4 ciudades, 134 villas, 497 lugares, ninguna aldea y 78 despoblados. 

En el siglo XVIII aún subsistía la estructura feudal de los siglos anteriores, y entre el rey y sus súbditos se interponía la autoridad de señores jurisdiccionales que gozaban de ciertas prerrogativas regias, especialmente de tipo administrativo y económico. Este estamento privilegiado podía ser eclesiástico o secular. Las tierras de señorío se caracterizan por tener una unidad administrativa, es decir siempre son partidos completos los que dependen de estos señores, uniéndose a ellos las villas eximidas.
 

 El Marquesado de Villena comprendía el partido de San Esteban de Gormaz con las villas de Matanza, Sorzano, Soto de San Esteban, Villálvaro y el despoblado de Castril
En consecuencia, Aldea de San Esteban, como lugar perteneciente al partido de San Esteban formaba parte del Marquesado. 

   El citado Marquesado se extendía también, al igual que en el caso de don Alvaro de Luna al vecino partido de Ayllón.

 La autoridad del noble dentro del señorío era variable. Su poder unas veces era simplemente jurisdiccional, consistente en el uso y ejercicio de la jurisdicción, generalmente mediante el nombramiento de funcionarios que la ejercitaban en su nombre, en tanto en otras es el derecho a percibir determinados tributos. Todo ello le proporciona rentas que percibe en dinero, aunque no faltan las que se entregan en especie.
 La importancia de la institución señorial era decisiva, en cuanto significaba la existencia de tierras ajenas a la administración del rey. En 1805 un decreto acaba aboliendo los señoríos temporales y jurisdiccionales eclesiásticos, que se incorporaron a la Corona,

El gobierno político administrativo de los lugares señoriales responde a variantes complejas dentro de dos posibilidades, el nombramiento directo por el señor y la elección popular, en las siguientes fórmulas:

  • Designa libremente todos los cargos.
  • Nombra algunos y el resto confirma a los elegidos por los vecinos.
  • Elige entre varios candidatos que le presentan los vecinos.
  • Confirma la elección realizada por los vecinos
  • Comparte la jurisdicción con otro señor o la Corona.



 Por su origen las rentas eran clasificables en:

  • Derivadas de las funciones jurídico-administrativas.
  • Inherentes a la tierra.
  • Inherentes al reconocimiento del señorío. 
  • Enajenadas de la Corona.


    Entre los tributos inherentes al señorío, consta que el Marquesado de Villena percibía el portazgo, es decir, el pago de la octava parte del valor de las mercancías que pasaban por los puertos o carreteras públicas y que se introducían en las ciudades.

 Aparte de los impuestos derivados del ejercicio de la justicia, hay otros relacionados con la administración, que se recogen con el nombre genérico de oficios públicos. Consiste en recibir una determinada cantidad de reales por el nombramiento de determinados cargos. Consta que el Marqués de Villena cobraba por tales supuestos ciertos dineros.

Está documentado que, al menos, en Fuentecambrón y Peñalba, no teniendo datos sobre el resto del partido de San Esteban, el Marqués cobraba la martiniega, es decir, el pago de 12 maravedíes que cada vecino villano satisfacía el día de San Martín junto con las alcabalas. Lo más frecuente es que este impuesto se perciba en dinero, y así el de Villena lo había fijado en 312 reales.

De cualquier forma, constituía la alcabala el impuesto que más producía a los señores. Era un tributo cuyo origen se remonta al siglo XIV y que consistía en un tanto por ciento que se recaudaba sobre todas las ventas de productos o fincas, tantas veces como fueran vendidas, al por mayor o al por menor. El Marqués de Villena percibía por las tierras de Soria 97900 reales y por las de Segovia 80228 reales. Significó una gran base económica para los señores territoriales a cuyas manos habían pasado.

 No hemos encontrado referencias de otros impuestos en la documentación examinada que hubieran sido exigidos por el Marqués de Villena, aunque se admite como posible su exacción.

En el siglo XVIII el partido de San Esteban se cifraba su población en 3320 personas, significando el señorío secular la totalidad de la misma, fijándose en cero la población realenga y la de señorío eclesiástico.

 
El marquesado de Villena fue título otorgado por Enrique II de Trastámara en 1366 al infante Alfonso de Aragón. Este, conde de Ribagorza y de Denia y duque de Gandía, era nieto de Jaime II de Aragón.

Durante la guerra civil castellana apoyó a Enrique de Trastámara, por lo que se le concedió el Marquesado. A la muerte de Juan I se desentendió de la política castellana. Retornó a Castilla para ayudar a Enrique III a sofocar una sublevación de la nobleza y encaminar la política castellana en favor de la Corona de Aragón.
Su hijo Pedro le siguió en el título que también ostentó su nieto Enrique, quien renunció en 1427.

 El Marquesado estuvo en poder de la Corona hasta 1445, en que fue cedido a Juan Pacheco. A partir de esta fecha, el título estuvo vinculado hasta el siglo XIX a la familia Pacheco.

Juan Pacheco, duque de Escalona, fue recompensado con el Marquesado de Villena por su participación en la batalla de Olmedo. Intervino en el destierro de Alvaro de Luna y luego pactó con él. Al subir al trono Enrique IV acrecentó su poder. Fue un político intrigante: pactaba con la nobleza contraria al rey al tiempo que denunciaba al rey las conspiraciones nobiliarias que él mismo alentaba. En 1470, enojado por el matrimonio de Isabel con Fernando, pretendió que Enrique IV volviese a legitimar a doña Juana lo que supuso su posterior apartamiento de la política.

Su hijo, Diego López Pacheco, a la muerte de Enrique IV tomó partido por la Beltraneja. Tras la batalla de Toro, 1476, le fueron arrebatadas sus posesiones que pasaron definitivamente a la Corona, pero conservó el título. Pareció someterse a Isabel pero no se reconcilió con los Reyes Católicos hasta 1480. Intervino posteriormente en la guerra de Granada y durante la guerra de las Comunidades, por su participación en Villalar, fue hecho Grande de España en 1521.

Fue Diego López Pacheco la persona que entronca el Marquesado de Villena con el Condado de San Esteban que pertenecía a don Alvaro de Luna.

En 4 de mayo de 1459 se celebran Capitulaciones pactando, como escribe Loperráez, que se habían de poner la ciudad y las villas que fueron de don Alvaro de Luna, en poder del rey Enrique hasta que doña Juana de Luna cumpliese los doce años, y teniendo efecto las Capitulaciones, la casaron con don Diego López Pacheco, Marqués de Villena, por cuyo matrimonio entró en esta casa el señorío de Osma y el condado de San Esteban.

Dice Pelayo Artigas, “Doña Juana de Luna que por ser todavía un gran partido, el astuto marqués de Villena D. Juan Fernández Pacheco, se dio maña para casarla prematuramente el año 1469 con su hijo D. Diego López Pacheco, entrando así el condado de San Esteban de Gormaz a formar parte de los estados de los poderosos Marqueses de Villena, Duques de Escalona, etc., llevándose los primogénitos de esta gran Casa Ducal. Malograda la condesa en plena juventud, el año 1480, a los 24 años de edad, le sucedió su único hijo D. Juan Pacheco de Luna a quien los Reyes Católicos, por privilegio dado en Toledo el 8 de marzo de 1480 confirmaron el Condado de San Esteban con todas sus villas, lugares y tierras “.

Entre sus descendientes Marqueses de Villena figuran Diego López Pacheco, virrey de Nueva España, 1640-1642¸ Francisco Pacheco, virrey de Cataluña en 1694¸ y Juan Manuel Fernández Pacheco virrey de Navarra, Cataluña y Aragón, y fundador de la Real Academia Española en 1713, que presidió hasta su muerte.

 ANEXO Nº5.- Mapas de La España del Antiguo Régimen